Las joyas victorianas deben su enorme éxito al romanticismo y elegancia asociado a sus piezas, además de la interesante historia ligada a muchas de ellas. Como una de las principales formas artísticas del momento y sin ninguna duda la más suntuosa de todas ellas, la joyería de los dos últimos tercios del siglo XIX fue capaz de reunir las mejores técnicas, la estética de los mejores estilos históricos y también su propia forma de ver el mundo con las joyas Art Nouveau y del Movimiento Estético. (Haz clic en las fotos para ver las tiendas).
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Creadas con los mejores materiales del mundo y lo más exquisito de una tradición artesana milenaria, sumados a todas las ventajas de la producción industrial, las joyas victorianas cambiaron el paradigma de lo que hasta el momento se consideraba una alhaja, un tesoro o una inversión.
En el terreno emocional, las joyas victorianas fueron capaces de recoger para la eternidad lo más sublime del movimiento romántico, convirtiéndose en expresiones universales de sentimientos tan profundos como el amor, el desamor, el duelo o la celebración de la vida.
La historia detrás de la joyería victoriana
Hablar de los diferentes tipos y estilos en la joyería victoriana es en realidad trazar la historia universal de todas las joyas conocidas hasta el siglo XIX, porque en su afán historicista, los orfebres y diseñadores victorianos lograron reproducir, recrear y reinterpretar prácticamente todas las formas e incluso simbologías, asociadas a las joyas desde el antiguo Egipto.
Sin embargo, dada la enorme longitud temporal del reinado de la Reina Victoria, tradicionalmente se consideran dos grandes épocas para las joyas victorianas:
- 1837-1860 – Joyas Románticas Victorianas: Datadas desde el comienzo del reinado de la Reina Victoria hasta aproximadamente la Guerra Civil Americana. Basa sus diseños en la naturaleza, sobre todo en flores y hojas utilizando filigranas muy intrincadas. Sus tipologías más representativas son los broches y los medallones conmemorativos y con una potente impronta sentimental en sus simbolismos. Es una época que valora las piedras de colores además de los diamantes para las veladas nocturnas.
- 1860-1900 – Joyería Victoriana Clásica o Magnífica. Abarcando el último tercio del siglo XIX, desde la muerte del esposo de la reina Victoria (1861) hasta la llegada del siglo XX y el propio fallecimiento de la reina Victoria en 1901. En esta época de carácter más sombrío y melancólico de la joyería victoriana popularizará enormemente las joyas de luto, con piedras oscuras y visualmente mucho más pesadas. Sus diseños, gracias a la introducción de nuevos materiales y técnicas, son sin embargo mucho más revolucionarios y atrevidos, introduciendo incluso vertientes japonistas.
A partir de la década de 1880, en lo que correspondería al final de la era victoriana, las joyas se “feminizan” en sus diseños, con colores más luminosos, un brillo vibrante y el gusto por piedras como los espineles, peridotos y zafiros. Los motivos cósmicos como estrellas y medias lunas (un símbolo ancestral de la femineidad) se popularizan para prendedores y agujones para sombreros.
En los últimos años del XIX y comienzos del siglo XX los orfebres hacen primar en sus diseños una estética Arts & Crafts que reivindica el trabajo artesanal frente a la tecnología para la producción en masa. En este periodo, que coincide de pleno con el Art Nouveau, es habitual encontrarse con técnicas completamente manuales para la manufactura de joyas y unos acabados más sensibles hacia lo natural, que se manifiestan por ejemplo en piedras con cortes imprecisos.
Características de las joyas victorianas
Una de las características más particulares de la joyería victoriana, es que por primera vez en la historia europea, se consolida en determinadas áreas hasta entonces fuera de su terreno. Con el cambio que suponen las sucesivas revoluciones industriales y el papel de la burguesía frente a la nobleza, las joyas como símbolo de estatus se trasladan de los hombres a las mujeres.
Durante toda la Edad Media y hasta el periodo Rococó, los nobles y aristócratas exhibieron su poder sobre su propio atuendo, irradiado luego a sus esposas y miembros de la familia. Sin embargo, con la revolución industrial esto cambia: a partir de entonces la exuberancia en el atuendo pasa a las mujeres, que se convierten en el mejor expositor del símbolo del estatus y los logros económicos de sus industriales esposos.
Esta circunstancia hace de las joyas victorianas un asunto de vestuario eminentemente femenino, si bien los caballeros victorianos también contaron con sus propias tipologías de joyas, muchas de las cuales ocupaban un lugar privilegiado en sus escritorios y entre sus objetos de uso ordinario.
Las joyas de estilo clásico victoriano
Algunos motivos, técnicas y materiales fueron particularmente populares durante el periodo victoriano, a menudo asociados con las costumbres de la época. Lo que se conoce como estilo clásico victoriano sigue manteniéndose actualmente de moda, vinculado a determinadas formas y materiales:
- Camafeos victorianos, en realidad revivals de época romana con retratos femeninos idealizados.
- Lazadas y hebillas, además de otros elementos vestimentarios incorporados a las joyas como elementos decorativos.
- Manos sosteniendo flores, joyas o cartelas.
- Joyería de luto, con especial atención a los conjuntos de azabache victorianos y otras piedras emblemáticas.
- Joyas contenedores o lockets victorianos: medallones con fotografías, virales de perfume, guardapelos y botellitas para recoger lágrimas.
- Joyas de cabello, con broches, pendientes y elaborados brazaletes de cabello del difunto.
- Bookchains o eslabones rectangulares gruesos grabados en forma de libros diminutos.
Joyas del romanticismo
Las joyas victorianas del primero de los sus grandes periodos (1837-1866), son lo que se conoce como joyas románticas o joyas del romanticismo. En este momento histórico, la valoración de las emociones humanas pasó a tener una consideración muy especial tanto a nivel filosófico como cultural, abarcando tanto las actitudes vitales de sus contemporáneos como aspectos tan triviales como la moda y por supuesto la joyería.
En la práctica, el primer periodo de la joyería victoriana fue de vital importancia por el uso de una técnica muy especial: la galvanoplastia, capaz de dar a las joyas el aspecto de oro macizo con fino tallado, sin tener que afrontar el elevado precio de este material.
La galvanoplastia logra la deposición de metales utilizando electricidad. En la década de 1840 en Birmingham, John Wright utilizó el cianuro de potasio como electrolito para galvanoplastia en oro y plata, en un proceso que luego se extendió por todo el mundo y posteriormente se aplicó también a metales como el latón, estaño… con una inmediata producción a gran escala en la que el electro revestimiento permitía la deposición de finas películas metálicas sobre las piezas.
En las joyas victorianas no siempre es oro todo lo que reluce
Uno de los aspectos más revolucionarios de la joyería victoriana a nivel conceptual es que a menudo la simbología de sus elementos es mucho más importante que su valor material en su consideración final.
Esto se debe al peso de los principios románticos en el diseño de las joyas, pero también a la aparición de nuevas técnicas y materiales interesantes tanto por su estética como porque suponían un importante abaratamiento de los objetos más suntuosos.
Entre los materiales más particulares utilizados por los joyeros victorianos para sus creaciones (además del pelo o los dientes humanos) hay piedras y elementos animales que hoy nos resultan un tanto especiales, como por ejemplo el hueso, el marfil, el coral, la concha de tortuga (carey) y las perlas barrocas irregulares.
Las diferentes técnicas de galvanización desarrolladas principalmente en Italia en sus inicios, dieron lugar a la electroformatura, una técnica que permitía superponer una delgada capa de oro u planta sobre otros metales mediante un proceso eléctrico.
También es el momento de popularización de la técnica conocida como vermeille, que consiste en aplicar sobre un objeto de plata una delgada capa de oro, o el doublet, para cubrir con oro materiales aún más económicos. Y todo esto sumado a que desde 1854 en países como el Reino Unido fue legal rebajar el oro a 15k, 12k e incluso 9k.
Joyas de luto victorianas o Mourning jewelry
Las joyas de duelo son muy anteriores a la época victoriana, y aunque se sabe de su uso en la Edad Media, sus tipologías y ejemplos conservados datan del siglo 17. Sin embargo, a los victorianos se debe su popularización en todos los estratos sociales, a partir del uso que de ellas hizo la Reina Victoria tras la muerte de su marido Alberto de Sajonia Coburgo Gotha (+1861)
El azabache, por su color negro y particular brillo fue una de las piedras más utilizadas en la manufactura de joyas de luto victorianas, aunque no la única. El ónix, el vidrio negro y los esmaltes en este tono también fueron recurrentes. Dentro de la gama de piedras oscuras de luto las amatistas y los granates de un rojo más profundo procedente de las colonias (India) fueron de las más demandadas.
Características de la joyería de luto de época victoriana
Los joyeros ponían a la venta conjuntos de luto completos, con varias tipologías de joyas a juego, si bien determinadas piezas como broches, brazaletes y anillos de duelo eran particularmente populares como insignias perpetuas del luto, sobre todo entre mujeres.
Los brazaletes de duelo se popularizaron entre las viudas del periodo romántico como una forma no solo de mostrar su duelo, sino de mantener cerca de sí (y al alcance de sus ojos) el retrato del ser querido o de uno de sus mechones de pelo. A veces incluso llegaban a confeccionarse con el propio cabello del difunto, con pendientes y otros complementos a juego.
Muchas joyas de luto estaban realizadas con pelo del difunto como material principal. Aunque actualmente suene un poco extraño, el tratamiento que se daba al cabello era tan exquisito que es difícil adivinar de qué se trata realmente. Por supuesto, las joyas que contenían el cabello como los guardapelos en forma de colgante o medallón eran también muy populares.
Los retratos en miniatura de la persona amada no constituían una parte exclusiva de las joyas de luto victorianas, si bien podían también forma parte de esta subtipología. En los casos más refinados, se trataba de pequeños retratos pintados a mano en porcelana, aunque la popularización de la fotografía permitió que muchas más personas pudieran incluir la imagen de sus seres queridos entre sus joyas diarias.
¿Por qué se vestían joyas de luto en época victoriana?
La joyería de luto victoriana es una de sus expresiones más particulares, y aunque cabe preguntarse si su desarrollo hubiese sido tan extenso de no ser por el fallecimiento prematuro del Príncipe Alberto a los 42 años, lo cierto es que constituye toda una subtipología en el mundo de las joyas victorianas.
Durante el siglo 19 en Europa la muerte de un ser querido era algo a lo que la mayoría de las personas estaban habituados a enfrentarse. Con una estimación de unos 50 años de vida de media y la mortalidad infantil disparada por la malnutrición y enfermedades, el duelo por los seres queridos era una parte importante en la vida de la mayoría.
El tiempo de luto venía determinado tanto por la cercanía con el fallecido como por las costumbres de cada lugar, pudiendo dilatarse de por vida en los casos más dramáticos. El luto era una costumbre, pero también una imposición social que discriminaba profundamente a las mujeres, anulando su vida social y afectando profundamente a su vida íntima.
Aunque solemos pensar en joyas completamente negras, en realidad entre las clases sociales más altas los periodos de entre 2 y 3 años de luto requerían de joyas de luto diferentes a medida que el duelo evolucionaba. También se utilizaban materiales distintos, dependiendo de quién fuera la persona fallecida.
Por ejemplo, las madres que perdían a una hija soltera solían vestir medallones con base blanca en alusión a su pureza virginal. El blanco también era un color frecuente para recordar la pérdida de un niño o un bebé, simbolizado con perlas. En las diferentes etapas del duelo se podían “aclarar” las joyas introduciendo otros tonos aparte del negro, o mezclando colores.
El carácter personal de las joyas de luto victorianas
El principal cometido de las joyas de luto victorianas era recordar a un difunto. Aunque solemos pensar en el esposo, en una época en la que la esperanza de vida estaba lejos de la actual y la mortalidad infantil era todavía una lacra lamentable, las joyas en memoria de los difuntos contaban con numerosas oportunidades.
La personalización de los objetos de luto, y en concreto de las joyas, incluía el pelo del finado, su retrato, y en algunos casos como los de los niños pequeños incluso sus dientes de leche, que podían engastarse como pequeñas perlas.
Simbolismo de la joyería mortuoria victoriana
Más allá del significado inmediato de las joyas de luto victorianas por el fallecimiento de un ser querido, este tipo de objetos aludían a una concepción de la vida obsesionada con lo efímero de la belleza y su fragilidad. También al reconocimiento y sublimación del dolor producido por la pérdida, y a su expresión de acuerdo con unos códigos sociales estrictos, que determinaban tanto el tiempo de uso como la estética adecuada para cada momento del luto.
Las joyas de luto de época victoriana como símbolo de estatus
Entre los códigos sociales que dictaban la duración del luto y su etiqueta, también se entendía que éste debía llevarse a cabo de acuerdo con la categoría social del fallecido y su familia. En un momento particularmente vulnerable para las mujeres viudas, poder exhibir unas joyas de luto apropiadas era una forma de refuerzo de la posición social adquirida, así como de estabilidad pese a la ausencia del cabeza de familia.
Joyas victorianas de cabello
Las joyas de pelo humano son un tipo muy específico de joyería mortuoria victoriana caracterizado por el uso de pelo del difunto (a veces de varias personas diferentes) como material principal. Podían estar hechas literalmente de pelo, normalmente trenzado en torno a una base para darles su forma, o bien utilizar el pelo como motivo principal de la joya, a modo de relicarios.
Los lockets victorianos eran una suerte de receptáculos a modo de pequeñas cajitas que se colgaban como un medallón o de una pulsera, como receptáculo de un bien preciado, a menudo un mechón de cabello de alguien querido, o su retrato.
Se colocaban en joyas vinculadas al corazón, o directamente sobre éste, colgando sobre el pecho de una cadena al cuello. También podrían estar en un anillo que se llevaba en el corazón o anular (porque desde la Edad Media se pensaba que de él salía una vena que iba hasta el corazón), o sobre la muñeca amarrados a un brazalete de luto.
El cristal fue un componente importante en este tipo de relicarios, al igual que sucedía en las botellas guardalágrimas victoranas. A menudo una placa de cristal protegía, dentro de un pequeño compartimento que podía abrirse, el preciado contenido del locket victoriano.
Materiales de las joyas de estilo victoriano
En cuanto a la constitución formal de las piezas de joyería victoriana, la opulencia sigue siendo una constante que se mantiene desde el periodo anterior, si bien la mezcla de piedras preciosas y semipreciosas con otras de pasta vítrea deja de ser tan habitual, y en lo material se produce un sesgo más acusado entre lo que actualmente consideramos joyería y bisutería.
Esta tendencia dio lugar a un mayor desarrollo en los engarces de las piedras más valiosas, que pasaron a ocupar un papel relevante en su realce, otorgándose un gran protagonismo a los metales preciosos con los que se diseñaban joyas ostentosas, grandes, y con líneas estructurales muy marcadas.
Las gemas más apreciadas en las joyas victorianas
Si se puede hablar de una tendencia particular en el uso de determinados materiales para la confección de las joyas victorianas, las perlas, el coral y las ágatas para los camafeos victorianos fueron sin duda tres de las más demandadas.
En el caso de la bisutería victoriana, el vidrio tratado con diferentes óxidos metálicos para obtener sorprendentes efectos iridiscentes y translúcidos, fue tanto un reemplazo para estos materiales como un material muy apreciado en sus propias características únicas.
Las perlas victorianas merecen un capítulo aparte dentro de la historia de la joyería de este periodo, al ser consideradas como la representación de las lágrimas humanas, con toda la complejidad que este destila.
Existieron también determinadas piedras preciosas y semi preciosas asociadas a estados civiles, entre las que el azabache y el luto constituyen uno de los vínculos más perennes y popularizados. También se estableció un vínculo entre determinadas piedras y los eventos que tenían lugar en ciertos momentos del día. Por ejemplo vestir joyas con piedras como la malaquita, el ónix o la cornalina para los eventos cuya etiqueta requería de joyas de noche.
En cuanto a los metales, se llegó a producir joyas en determinados materiales como respuesta patriótica y políticas: tal es el caso de las joyas de acero alemán aparecidas en el siglo 19 a partir de la invasión napoleónica. Y aunque ahora nos parezca increíble, las joyas de aluminio llegaron a alcanzar precios desorbitados.
Joyas de aluminio: más valiosas que el propio oro
En el siglo XIX la tecnología no permitía aislar el aluminio, que es un metal que no se encuentra de forma natural en la naturaleza, más que a través de costosísimos procesos químicos. Las cantidades de aluminio eran en consecuencia muy escasas y preciadas.
Pero la electrólisis permitió recabar cantidades más significativas y de una mayor pureza, de manera que a finales de siglo el aluminio se empezó a consumir masivamente. Sin embargo, antes de que esto sucediera, el aluminio estaba considera como un material precioso tanto por su exclusividad como por su ligereza, estabilidad y brillo luminoso.
Tipos de las joyas de época victoriana

La moda jugó un papel muy importante en la tipología de las joyas victorianas, porque se utilizaba para resaltar determinadas partes del cuerpo cubiertas o descubiertas por el atuendo textil. Por ejemplo, las orejas y los brazos fueron dos de las zonas que más se visibilizaron en el cuerpo femenino, mientras que en el caso de los escotes, gargantillas y medallones victorianos se utilizaron tanto para potenciar los hombros al aire como para ensalzar los cuellos cubiertos de encaje:
Broches victorianos, con forma de camafeo, lazada, mano, ramillete… o simplemente en composiciones de piedras y esmaltes.
- Pendientes victorianos, pasaron a ocupar un lugar muy relevante en el joyero desde que el peinado con raya en medio y recogido despejó las orejas.
- Medallones victorianos, eran un tipo de joya muy recurrente al permitir desplazar su combinación según el largo de su cadena. También podían prenderse con un alfiler a modo de broche.
- Brazaletes y pulseras victorianos, a menudo ostentosos y a juego con otras de las piezas que se vestían en conjunto.
- Adornos de cabeza victorianos: tiaras victorianas, pinchos y peinetas, eran un parte indispensable del peinado.
- Anillos victorianos: los hay para cada ocasión, siendo particularmente importantes los que conmemoran eventos familiares como enlaces o defunciones.
Los anillos victorianos: una expresión de amor a través de la historia
Los anillos victorianos de pedida son en realidad un eslabón dentro de la larga historia de este tipo de joyas, utilizadas desde tiempos inmemoriales para consolidar la relación entre una pareja de futuros esposos.
La historia de los anillos de compromiso victorianos reúne tras de sí varios siglos de historia. Se coloca en el dedo corazón o el anular, dependiendo de cada cultura, pero en ambos casos responde a la idea de que por este dedo pasa la llamada “vena amoris”, o vena del corazón.
Hay constancia de estas prácticas desde el siglo II, cuando los antiguos anillos de compromiso se entregaban con inscripciones matrimoniales. Más tarde, ya en el siglo 4, el cristianismo los adoptó en sus rituales matrimoniales, según indican las descripciones de Isidoro de Sevilla, que hablan del anillo que el marido entrega a la mujer como un símbolo “para unir sus corazones a esta promesa”.
El uso de los diamantes se extendió en los anillos usados por la nobleza y casas reales del siglo XV, pero su vinculación con los anillos de compromiso victorianos tienen lugar a partir de finales del 19, cuando los diamantes se hacen realmente accesibles a los europeos a través de la importación colonial.
Símbolos en la joyería victoriana
La naturaleza es una de las principales fuentes de inspiración en las joyas victorianas, si bien no el único y a menudo con un trasfondo mucho más profundo del que podría deducirse por su mera apariencia. Los colores también jugaron un papel importante a la hora de imprimir un sentido a las joyas, siendo a veces el motivo principal para su significación.
- Langage des fleurs: plantas, flores y frutos con significados recogidos desde los rituales de los pueblos anteriores a la romanización europea, e incluso correspondientes a culturas tan antiguas y distantes como las asiáticas y africanas, que la Historia del Arte ha comenzado a investigar hace solo unas décadas.
- Animales: palomas, serpientes, mariposas, golondrinas, libélulas… para aludir a conceptos profundos como la sabiduría o lo efímero de la belleza. Condensaban una significación profunda que puede rastrearse a lo largo de los siglos hasta los bestiarios medievales.
- Símbolos codificados: estrellas, lazadas, cerraduras, corazones, nudos marineros, herraduras, anclas… a los que también se unieron símbolos exportados de culturas milenarias y hasta entonces nunca vistos en Europa.
- Colores: el verde esperanza, el negro de luto, el blanco puro… se usan como referentes explícitos para joyas de uso muy específico en determinados momentos de la vida.
- Iniciales, letras y monogramas personalizados: las joyas podían incluso incluir motes o pequeñas frases inspiraciones de carácter personal y poético, basadas en la tradición de los lemas medievales.
Al igual que los sentimientos románticos que inspiran su significado, las joyas victorianas aludían a emociones profundas y complejas, que podían ser vistas desde ópticas muy diferentes según quién las vistiera y el momento de su vida en el que lo hiciese: el patriotismo, la piedad, el dolor o la sensualidad podían expresarse abiertamente a través de las joyas.
Los “charms” o amuletos en forma de colgante fueron uno de los recursos más usados por los victorianos para personalizar y completar el significado profundo de sus joyas. Comprendían un gran número de formas, objetos y símbolos alusivos a la suerte, recuerdos… y tenían un alto grado de exclusividad.
Estilos en la joyería victoriana
Los historicismos jugaron un papel importantísimo en el diseño de época victoriana, con algunos de los revivals más potentes e interesantes llevados a cabo hasta el momento. Utilizando las nuevas técnicas y el conocimiento de la recién inaugurada Historia del Arte, los victorianos fueron hábiles recopiladores de algunos de los elementos visuales más característicos del arte mundial.
Joyas victorianas neogóticas
Con el Edad Media como especial referente y el movimiento Pre Rafaelita como principal aliado, los victorianos sacaron lo mejor del arte románico, gótico y renacentista para construir una tendencia que aún sigue fascinando.
Del neorenacimiento, y en concreto del manierismo, sacaron lo mejor del uso de las joyas esmaltadas y las hojas encarnadas, con el importantísimo referente de autores como el artista (y joyero) Benvenuto Cellini.
Joyas victorianas neorococó
El acercamiento de los victorianos al arte del último periodo feudal se basa sobre todo en sus conexiones comunes con la naturaleza como principal fuente de inspiración y el desarrollo de las formas estéticas en sí mismas, más allá de sus fines meramente prácticos. Para los victorianos el rococó era una época de conexión y reinterpretación a la europea de lo oriental, además del inicio de técnicas como el textil en seda o la porcelana, que ellos lograron industrializar por completo.
Joyas victorianas de estilo romano, griego y etrusco
En el segundo gran momento de la joyería victoriana, a partir de 1860, el gusto por los motivos griego, etruscos y de ciertos estilos romanos se popularizó enormemente. El auge del coleccionismo (en gran parte promovido por el Príncipe Alberto) de este tipo de objetos fue sin duda un enorme revulsivo para la aparición de los camafeos, las técnicas de mosaico…
Collar victoriano historicista Pendientes Napoleón III con camafeos Guardapelo victoriano con escena clásica
Joyas del Movimiento Estético o Esteticismo
Entre 1885 y 1900 el Movimiento Estético o Esteticismo resultó revolucionario, al tratar de crear su propio estilo, más allá de los revivals. Para la joyería fue un periodo particularmente importante porque coincidió con la explotación de importantes minas de diamantes en el África colonial.
En las minas de Jafersfontein se encontró en 1893 el que está considera el segundo diamante más grande del mundo, al que se dio el nombre de Excelsior. Era de 971 quilates y fue cortado en 11 piedras más pequeñas al no encontrarse comprador para él una vez trasladado a Londres.
Las piedras preciosas y semi preciosas con colores tenues y transparentes se revalorizaron y pusieron de moda, al igual que las joyas con marfil y perlas. En concreto las combinaciones de diamantes y perlas resultaron un éxito, así como los collares, pulseras y gargantillas realizados en estos materiales con separador de baguettes con diamantes engarzados.
Joyas Art Nouveau
Desarrollado entre finales del siglo 19 y comienzos del 20, el Art Nouveao conocido como Modernismo en España y estilo Liberty o Floreale en Italia es uno de los más particulares y exuberantes. En joyería, Renè Lalique es uno de representantes más famosos, aunque ni mucho menos el único.
Se caracteriza por aunar lo mejor de las técnicas industriales y la inspiración en las líneas orgánicas de la naturaleza para dar lugar a objetos altamente estéticos, cuyo objetivo es ante todo celebrar la belleza.
Las joyas victorianas más bizarras
- El collar de dientes de ciervo de la Reina Victoria. Confeccionado con los dientes de distintos ciervos cazados por su esposo, cada uno de ellos estaba fechado con el día en que la presa había sido cazada.
- La vajilla de aluminio del emperador Napoleón, en su momento tanto o más cara y mucho más exclusiva que una de oro. De hecho son muy preciadas las joyas francesas de época victoriana realizadas en este periodo, si bien el valor de material se ha devaluado completamente.
- El cetro de los Zares de Rusia, portador del famoso diamante maldito Orlov, en las colecciones del Palacio de las Armaduras en Moscú. Robado por un francés a comienzos del siglo 18 de una estatua de Brahma en la que hacía las veces de ojo, luego fue vendido por los ingleses y depositado en el banco de Ámsterdam en 1767. Entre medias perteneció al rey de Persia (asesinado), en 1773 fue comprado por el conde Grigori Grogorievich Orlov, amante de Catalina I, que terminó sus días demente.
- El broche de zafiro del Príncipe Alberto. Regalo de Alberto de Sajonia Coburgo Gotha a Victoria I en 1840, habría sido la joya que incluyó en la tradición nupcial el “algo azul” que todas las novias deben vestir el día de su boda para ser felices en su matrimonio.
- Vajilla Odiot de 3.000 piezas de oro macizo encargadas por el virrey de Egipto Saïd Pasha (1854-1863) a Gustave Odiot, tercer miembro de una de las principales casas de orfebres de París.
Famosos orfebres, artesanos y joyeros victorianos
Aunque al hablar de joyería victoriana tomamos como referente el periodo correspondiente al reinado de la Reina Victoria, lo cierto es que pese a ser una potencia mundial Reino Unido estaba lejos de ser el centro de la joyería internacional en este momento.
El epicentro de las artes en el siglo 19 oscilaba a medida que transcurrían las décadas más y más hacia Francia, y en concreto hacia su capital París. Las joyas francesas de época victoriana (llamadas también del Segundo Imperio, estilo Emperatriz Eugenia o Napoleón III), eran más ligeras, con unos esmaltes de mejor calidad y una estética mucho más refinada y sorprendente.
El periodo victoriano fue un gran momento para los joyeros pero también para los relojeros, que fundaron entonces algunas de las grandes marcas que han perdurado hasta la actualidad como Tag heuer, Longines, Cartier, Patek Phillipe, Piguet, Tissot u Omega.
Aunque la mayoría de las técnicas de corte y talla de piedras de época victoriana se superaron en el siglo 20, algunas de las técnicas de orfebrería como el repujado (repoussé) y la filigrana (cannetille) superaron cualquier expectativa.
Charles Lewis Tiffany
El fundador de la legendaria joyería Tiffany’s & Co, nació en 1812 y desarrolló su actividad como joyero a lo largo de toda la época victoriana, hasta su fallecimiento en 1902.
Tras la guerra civil en Estados Unidos, Tiffany se especializó en la creación y venta a millonarios de diseños de oro, plata y piedras preciosas, exportando desde su central en Nueva York. Entre sus clientes más famosos estaban la Reina Victoria y los zares de Rusia.
Su hijo y sucesor Louis Comfort Tiffany fue un importante diseñador Art Nouveau que logró incluir en sus creaciones vidrios irisados hasta entonces nunca vistos, creando además las famosísimas lámparas de Tiffany. Fue el fundador en 1885 de la Tiffany Glass Company, conocida como Tiffany Studios desde 1900. Desde 1902 pasó a ser el director artístico de Tiffany & Co.
Carl Fabergé
Karl Gustavovich Fabergé fue posiblemente el joyero ruso más afamado de todos los tiempos. Nacido en 1846 en San Petesburgo y fallecido en 1920 en Suiza, es el autor de los popularísimos y codiciados huevos Fabergé, un total de 79 huevos de Pascua que produjo entre 1885 y 1917.
Comenzó a trabajar como joyero desde muy joven, convirtiéndose en el responsable del negocio familiar a partir de 1870. Fue nombrado joyero de la Corte Imperial Rusa, además de otras casas reales europeas.
Es uno de los mejores ejemplos de cómo la joyería victoriana abarcaba numerosos objetos, más allá de las tipologías que nos vienen actualmente a la cabeza al pensar en una joya. Entre sus diseños, de una manufactura absolutamente exquisita hay bomboneras, conjuntos de boudoir y de escritorio…
La tradición de los famosos Huevos de Pascua de Fabergé comenzó cuando el Zar Alejandro encargó uno como regalo por la Pascua de 1883 para su esposa la Zarina. Se trataba de un diseño triple a partir de un huevo exterior de platino, con otro de oro en su interior y una pequeña gallinita dentro con la Corona Imperial. A partir de este diseño, la casa real encargó un nuevo huevo para las sucesivas Pascuas cada año. En total fueron 11 encargados por Alejandro III y 57 por Nicolás II, para su esposa y también para su madre, hasta la llegada de la Revolución Rusa.
Jean Baptiste Claude Odiot
Fundador de la casa Odiot, su estilo absolutamente clásico está entre el Imperio y Restauración. Fallecido en 1850, obtuvo el grado de maestro platero en la Corporación de París a finales del siglo 18.
Sus obras de orfebrería alcanzaron enormes dimensiones. Algunos de los ejemplos más famosos son anteriores al periodo victoriano, como la Cuna del Rey de Roma (811) o la Toilette de la Emperatriz María Luisa (1810).
Fue su hijo, Charles Nicolas Odiot, quien llevó la casa de orfebrería familiar durante la era victoriana, ya que el padre se retiró en 1827. Sus obras se caracterizan por una hábil e inteligente introducción de las nuevas técnicas industriales en su producción, sobre todo en piezas de estética neorococó.
René Lalique
Este joyero y maestro vidriero francés está considerado un visionario en el uso artístico del vidrio en la creación de obras de arte de estilo modernista o Art Nouvea.
Nacido en 1860, entendió el Art Nouveau como una forma de arte total que aprovechaba la innovación en las técnicas industriales para crear objetos bellos y accesibles: desde joyas hasta botellas de perfume. Formado en casas como Cartier y Bûcheron, diseñó frascos de perfumes para Coty que se producían en serie.
Entre sus técnicas más innovadoras y vistosas están los vidrios opalescentes, además de la técnica patentada conocida como satinado Lalique. Llegó a producir escultura monumental en vidrio, que compaginaba con joyas y envasados para farmacia. Sus obras están en los principales museos de Europa.
Joseph Chaumet
Uno de los joyeros franceses más afamados, con joyas tan emblemáticas como la tiara de esmeraldas de la Casa Real de Noruega. Nacido en 1852 y fallecido en 1928, sus joyas personalizan el cambio de paradigma entre el siglo 19 y el 20.
Alessandro Castellani
Perteneciente a la poderosa familia de joyeros romanos Castellani, que popularizó las joyas de estilo neo romano a partir de las excavaciones de Pompeya y su imitación de las joyas de la necrópolis de Etruria.
Debido a su trabajo durante varios meses en la Colección Campana en 1859, pudo observar de cerca las técnicas de granulación y filigrana para su reproducción en joyas victorianas. Al año siguiente se estableció en Francia, donde además exportaba antigüedades arqueológicas desde Nápoles, principalmente etruscas.
Entre sus clientes más famosos estuvieron el Louvre, el Museo de Berlín, el Brithis Museum y el Emperador Napoleón III. A su muerte en 1883 su tienda fue convertida en un museo privado por su hermano, y la firma continuó activa hasta la década de 1930.
Carlo Giuliano
Activo en Londres desde 1860 hasta su fallecimiento en 1895, se había formado en los talleres napolitanos de Castellani, donde estableció una sucursal de la marca coincidiendo con la segunda época de la joyería victoriana. Su tienda de Picadilly (115) se inauguró en 1875 y estaba especializada en joyas victorianas de estilo renacentista.
Broche de estilo Renacimiento del taller de Carlo Giuliano Locket victoriano de estilo Etrusco Joyas victorianas de estilo antiguo
Charles F. Hancock
Fundador de Hancocks & Co, una famosa joyería londinense que aún sigue activa desde su inauguración en 1894. Antiguo asociado de Storr & Mortimer, una de sus obras más famosas son las medallas Victoria Cross de las Fuerzas ArmadasBritánicas. Actualmente es una de las principales tiendas de joyería antigua del mundo.
Trabajó para diversos monarcas europeos, incluyendo a la Reina Victoria y posteriormente a la Reina Mary (María de Teck), para la que crearon numerosas joyas ya en el siglo 20 tras su asociación con SJ Rood, un joyero especializado en diamantes famoso por la serie de 12 anillos “For …” para las damas de honor de la reina consorte María de Teck.
Fréderic Boucheron
Nacido en 1830, este joyero francés fue el fundador de la famosa firma de joyería Boucheron. Falleció en 1902, en el mismo momento del fin del periodo histórico correspondiente a la joyería victoriana, que sin embargo se ha mantenido como estilo hasta nuestros días.
Joyas victorianas contemporáneas
Dada la demanda actual de este tipo de piezas atemporales, son muchos los estudios de joyería y las firmas dedicadas tanto al diseño contemporáneo de joyas victorianas como a la compraventa de joyas victorianas antiguas.
La diferencia entre las mejores reproducciones de joyas victorianas de mayor calidad y los originales de época conservados es prácticamente imposible de apreciar a simple vista, y requiere de un examen exhaustivo de cerca. Para quienes simplemente saben apreciar y disfrutan llevando joyas victorianas, esta es una gran ventaja, ya que las técnicas artesanas para la confección en orfebrería apenas han cambiado desde el siglo XIX.
No hay que pasar por alto que más allá de su estricto valor material por sus materiales preciosos, las joyas victorianas deben un alto porcentaje de su valor a su diseño único y confección especializada, además de a su tremendo peso histórico.
El mantenimiento de las joyas victorianas es otro punto importante a tener en cuenta: requieren de estuches especiales para su conservación, y de una correcta limpieza con productos especializados por parte de una mano experta. Esto se debe a que dada la innovación y experimentación con las técnicas industriales utilizadas en su creación, algunas pueden presentar decoloraciones, sombras o manchas que no presentan las joyas en oro o plata sólidos.