Entre todos los complementos, los bolsos victorianos de cuentas son uno de los objetos más deliciosamente delicados que han llegado hasta nosotros. Visualmente atractivos por sus llamativos colores y refinadas técnicas, son la inversión perfecta para quienes saben apreciar la elegancia de un complemento hecho a mano, en el que se invirtieron horas y horas de trabajo.
En los siguientes párrafos profundizaremos en el contexto social en que se crearon estos espectaculares bolsos victorianos que llegaron a su versión más refinada en los bolsos de estilo flapper realizados con mosaicos de micro cuentas. Investigaremos en qué se inspiraban sus diseños (y significados ocultos) y las diferentes tipologías de ellos que se han conservado hasta llegar a nosotros desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1930, con algunos revivals importantes durante el siglo XX y deliciosas reinterpretaciones artesanales contemporáneas. Disfruta de esta guía rápida para comprar tu próximo bolso victoriano de cuentas y disfrutar de los complementos antiguos de tu armario de época.
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Los bolsos de cuentas o beaded purses eran un tipo de objeto y labor asociada a las mujeres victorianas, similar al bordado o la confección de flores de tela para tocados. La confección de prendas y complementos utilizando diferentes técnicas era una de las habilidades más demandadas a las jóvenes en época victoriana. En concreto, las técnicas de anudado y red resultaban particularmente indicadas para mostrar en movimiento el encanto de los gráciles dedos de las damas.
Durante la primera mitad del siglo 19 era habitual que las mujeres y chicas jóvenes pertenecientes a las clases sociales más altas de la época victoriana, elaborasen este tipo de objetos para su ajuar, pero también como regalarlos o para donarlos a causas benéficas con las que recaudar fondos. Por eso en algunos de estos objetos es posible encontrar el nombre de la persona que los realizó, la fecha o para quiénes fueron confeccionados como obsequio.
Aunque los diseños botánicos y florales son los más extendidos igual que ocurre en toda la decoración victoriana, también es posible encontrarse con escenas figurativas más masculinas, como por ejemplo animales salvajes o motivos de caza. Esto se debe a que algunas de estas bolsitas de cuentas victorianas eran en realidad regalos realizados a padres, hermanos, prometidos y maridos, que las utilizaban para guardar el tabaco.
Técnicas empleadas en la confección de bolsos victorianos
Las técnicas para realizar bolsitos, neceseres, monederos y pequeñas carteras eran de lo más variadas, e implicaban un alto grado de fantasía en sus diseños. Las cuentas se engarzaban a medida que se tejía el objeto, a veces siguiendo patrones geométricos y otras veces una plantilla precisa, de forma similar a los bordados en punto de cruz o petit-point.
Estas son algunas de las técnicas de costura, tejido, bordado y pintura empleadas para confeccionar manualmente los bolsos de cuentas:
- Red
- Ganchillo
- Punto
- Bordado y aplique sobre red previamente tejida
- Bordado y aplique de cuentas sobre seda u otros tejidos
- Pintura sobre seda (terciopelo o satén) con pincel
Aunque hay algunos bolsos en los que las cuentas se han aplicado sobre el tejido, la mayoría de lo que hoy conocemos como bolsitos de cuentas victorianos se realizaban con los abalorios ya enhebrados en el hilo a tejer, o recogiéndolos al dar cada punto con la aguja.
El delicado proceso de confección de un bolso victoriano de abalorios
Para su confección se necesitaban agujas de tejer finísimas, ya que la mayor parte de las cuentas utilizadas eran particularmente pequeñas y con agujeros diminutos. En realidad este tipo de agujas no se diferenciaban demasiado en su grosor de las agujas ordinarias de costura.
Las cuentas usadas eran además de materiales muy particulares: las había de vidrio, pasta vítrea (más opacas), acero, concha, irisadas, perladas, metalizadas… algunas eran incluso de cristal con baño metálico al mercurio. Por supuesto, en algunos casos también han llegado hasta nosotros bolsos de cuentas preciosas y semi preciosas, incluyendo oro, azabache, turquesa y perlas, que tienen la consideración de auténticas joyas victorianas.
En cuanto a su forma, la mayor parte de las cuentas utilizadas eran redondas, pero también fueron habituales las cuentas afacetadas (sobre todo las de acabado metálico) y con forma oblonga. Las argollas (pequeños aros) y las pailletes (abalorios planos o lentejuelas) también tuvieron su lugar en los diseños.
Bolsos de cota de malla victorianos
Este particular tipo de bolsos victorianos hunde sus raíces en la estética neomedieval, inspirándose directamente en la cota de malla colocada bajo la armadura de los caballeros durante la Edad Media. Confeccionados con miles de pequeñas argollas, su encanto reside en su flexibilidad y movimiento, además del ligero tintineo que acompaña al caminar o moverse a su portadora.
El éxito de este tipo de bolsos y monederos hizo que se confeccionasen en todos los tamaños y para todo tipo de ocasiones: desde prácticos monederitos de pequeño tamaño (muy resistentes para soportar el peso y contacto de las monedas), hasta estilizados y complejos bolsos de noche. Es posible encontrar diferentes versiones de estos bolsos de malla desde el siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, modificados para incluir todas las modas de cada época: Art Nouveau, Arte Deco, Neomedieval…
El éxito de las «Chainmail» o bolsitas de malla victorianas fue tan rotundo que se llegaron a fabricar en materiales nobles (oro, plata, baño de plata o de oro…) y con añadidos de intrincadas retículas, esmaltes e incrustaciones de piedas preciosas y semipreciosas. Se versionaron confeccionados con cuentas, en modelos incluso más opulentos y delicados que los originales de malla, dando lugar a auténticas fantasía de cuentas plateadas e irisadas en tonos metalizados.
En el interior, sus forros de piel podían incluir pequeños departamentos a modo de bolsillitos, con espejos ocupando sus partes rígidas. Aunque por norma general son de pequeño tamaño debido al peso de las argollas, ya en el siglo XX se confeccionarion con metales muy ligeros, formando retículas de pequeños cuadrados coloreados que hicieron las delicias de las flappers durante los años 20 y 30.
Tipos de bolsos de cuentas victorianos
El ingenio de cada una era el límite para el diseño de los bolsos victorianos, hasta el punto de que podemos encontrarnos con absolutos delirios de fantasía entre los ejemplares conservados. Las chicas victorianas ponían todo su afán en sacar el mayor partido a las posibilidades creativas de los materiales utilizados, en muchos casos de una calidad excepcional.
Estos son algunos de los tipos de bolsos de cuentas victorianos que puedes encontrar actualmente:
- Piñas
- Cilíndricos con cierre encordado o pouchs
- Circulares con cierre encordado
- Miser purses
- Con boca metálica en fuelle
- Con boca metálica plana
- Con boca de barras
- De red con estructura de aros
- Con flores y otros objetos aplicados
Como hemos indicado más arriba, en realidad solo existe como límite para el diseño la imaginación de la mujer que confecciona cada uno de estos bolsos. Esto hace que sea posible encontrar muchas otras variedades y sub tipos de bolsos de cuentas victorianos, aunque estos son los más frecuentes.
La importancia del color en los bolsos victorianos de abalorios
Los vivos colores del hilo de seda junto con el brillo aportado por las cuentas y otros abalorios como tachuelas y paillettes (lentejuelas) hacen de estos bolsitos toda una alegría para la vista.
Es frecuente encontrarse con técnicas de degradado de tonos, que en realidad son efectos producidos mediante una cuidadosa selección de hilos o cuentas de tonos más o menos apagados del mismo color, para crear un efecto de desvaído, brillo o sombreado con el que potenciar la tridimensionalidad de los diseños.
En los bolsos de cuentas en mosaico, los efectos por tono consiguen diseños tridimensionales en una superficie única, mientras que para los bolsos de seda tejidos a ganchillo como por ejemplo las famosas “piñas”, el efecto es totalmente realista.
En cuanto a las gamas cromáticas, lo más habitual es que los diseños se centren en cuatro o cinco colores y sus variantes, en lugar de abarcar el espectro completo del arco iris. A un nivel práctico y como resultado final, los complementos fabricados resultaban más fácilmente combinables (o contrastados) con las prendas vestidas.
Bolsos victorianos de inspiración botánica: bouquets cuenta a cuenta
Uno de los motivos más reconocibles en los bolsos victorianos de cuentas son los bouquets. Se trata de ramos y composiciones florales muy realistas, realizados siguiendo esquemas similares a los de los patrones de petit point o punto de cruz, con una cuadrícula en la que se distribuyen los colores. La gama cromática de este tipo de motivos botánicos era muy amplia, con numerosos matices capaces de dotar de un alto grato de realismo a cada una de las especies vegetales representadas. Esto permitió que muchos de los conceptos propios del langage des fleurs del Romanticismo se incluyesen en este tipo de bolsitos de cuentas.
Normalmente la composición se distribuía de la siguiente manera: en la parte central o más extendida de la situleta del bolso, se colocaba el bouquet principal, sobre un fondo neutro en un tono intenso y contrastado con las flores representadas. En la parte inferior y superior se podían colocar bandas o guirnaldas, aunque a veces el motivo floral central lo abarcaba todo. Otros motivos recurrentes eran los geométricos, con especial protagonismo de la red y los elementos dispuestos en red (estrellas, puntos, pequeñas flores…), o las particiones, sobre todo para el remate de la parte inferior. Los cuatro fondos más frecuentes eran:
- Negro, especialmente hermoso por el brillo de las cuentas oscuras, que además de contrastar con los colores luminosos e intensos de las flores, recordaba al azabache.
- Blanco, y color hueso, utilizado sobre todo en composiciones con rosas y nomeolvides. Se popularizó con posterioridad (a finales del XIX y comienzos del XX) y su inspiración se acerca mucho a la de las porcelanas victorianas más icónicas.
- Azul. El más utilizado era un azul intenso, que recuerda directamente a las porcelanas de Limoges y el azul royal francés.
- Granate, borgoña, burdeos… el rojo vino en todos sus matices e intensidades.
Por supuesto también es posible encontrar otras tonalidades de fondo, sin duda seleccionadas cuidadosamente para combinar o contrastar con los vestidos victorianos, complementos y abrigos. Aunque la forma más habitual en los bolsos victorianos de flores es la de bolsa plana con el fondo en simicírculo u óvalo, con la entrada del siglo XX los bolsos eduardianos introducen algunas reformas. Por ejemplo, las borlas del remate inferior se empiezan a sustituir por flecos, y los cierres en cordón son prácticamente abandonados en pos de los metálicos.
Estos cambios permitían por un lado lucir en los bolsos preciosos cierres de plata con flores, guirlandas y pequeños personajes repujados o en filigranas, y por otro «aplanaban» el patrón, de manera que los diseños de sus mosaicos de cuentas eran mejor apreciados. A menudo estos cierres incluían pequeños asas rígidos o en cadena, con pequeños eslabones. La manera de unir la parte superior de las bolsas con los cierres era una auténtica demostración de maestría, integrando totalmente ambas partes para dar lugar a piezas complejas gracias a la complementación de sus motivos.
Los bolsos de cuentas victorianos y sus derivas estéticas
Para cuando la era victoriana tocó a su fin con el cambio de siglo, los bolsos de cuentas habían logrado hacerse un sitio en el boudoir de las damas. Esto hizo que durante el periodo eduardiano y las diferentes corrientes estéticas que se sucedieron antes y después de la Primera Guerra Mundial, los bolsos de cuentas persistieran de la mano (o la muñeca) de las mujeres más elegantes. Tanto las técnicas como las siluetas y decoraciones se adaptaron para dar lo mejor de sí en cada momento: motivos florales, cuentas metálicas y tejidos en mosaico supieron reinterpretarse para crear auténticas piezas maestras.
Bolsos Art Nouveau: tradición botánica estilizada. 1910-1920
Uno de los estilos artísticos que supo sacar todo el partido a la antigua tradición de los bolsos de cuentas victorianos fue el Art Nouveau, también llamado Modernismo, Floreale o Liberty Style. Creados durante las décadas de 1910 y 1920, cuando los bolsos de cuentas eran una institución en sí mismos, estos bolsos de cuentas supieron mantener el naturalismo de los mosaicos de cuentas victorianos al mismo tiempo que incorporaban el gusto por determinadas especies (lirios, amapolas, pensamientos, crisantemos…) y sus líneas estilizadas y fluidas.
La delicadeza orientalizante de los bolsos de la Belle Epoque. 1920
Los avances técnicos surgidos a partir de las últimas revoluciones industriales y el gusto por los tonos iridiscentes, opalescentes y nacarados, dieron lugar a finales de la década de 1910 a la aparición de las microcuentas luminescentes. Con el fin de la Primera Guerra Mundial, los gustos cambiaron completamente, y también la forma de vivir. Esto llevó a que las labores de cuentas desaparecieran de los neceseres de las damas de la alta y media burguesía. A partir de este momento, los bolsos de cuentas pasan a convertirse en complementos adquiridos en las principales mercerías y comercios de moda y ya no volverán a recuperar su carácter artesanal salvo en momentos muy puntuales.
Una de las fuentes de inspiración más potentes para los bolsos de cuentas metálicas fueron las alfombras y tejidos de lana. El mismo historicismo que se había utilizado para hacer que los bolsos victorianos de cuentas tomasen como referente la porcelana victoriana o los bolsos Art Nouveau utilizasen los bordados orientales en seda, se retomó aquí para crear pequeñas alfombras a partir de micromosaicos de cuentas. Esto llevó a que la silueta de los bolsos cambiase una vez más, dando lugar a rectángulos alargados que con su forma aprovechaban la fluidez de movimientos de su tejido a partir de miles de microcuentas que remataban en largos flecos.
El mismo orientalismo que puede apreciarse en los diseños de Poiret o Mucha se respira en estos bolsitos de cuentas ligeros, fluidos y absolutamente deliciosos a la vista y al tacto. Su patrón se simplificó para centrarse en una minuciosa decoración que lo mismo transportaba a las cerámicas de Iznik que a la Alhambra o el Taj Mahal. Su consistencia se basaba en su técnica de mosaico que los hacía iguales por dentro y por fuera al mismo tiempo que les dotaba de una fluidez incomparable. Para sus forros se utilizaron satenes y sedas muy saves y flojas, con cadenas como asas para potenciar aún más su movimiento de extremo a extremo.
Bolsos Flapper: Roaring 20s 1920
Aunque estética y visualmente pueda parecer que los bolsos flapper se encuentran en las antípodas de los bolsos victorianos de cuentas, en realidad tantos su coloración como su técnica beben directamente de sus predecesores en el siglo XIX. Las flappers dotaron a sus bolsitos de cuentas de toda la gracia y femineidad que las nuevas técnicas de producción masiva dieron de sí. Impresos sobre placas o argollas metálicas engarzadas, los motivos florales en tonos pastel recordaban a los ikat de seda rococó. Desde su movimiento a su sonido y tacto acuoso, los bolsos de los locos años 20 gritaban alegría de vivir y desenfreno a partes iguales.
Whiting & David se inspiraron tanto en los bolsos de cota de malla como en las placas metálicas articuladas para crear bolsos que arrasaron durante la década de los 20 en los armarios femeninos. Sus creaciones incluían suntuosos forros de seda y un coqueto espejito, además de espacio suficiente para dinero y barras de labios. Mientras que los bolsos de malla de la marca utilizaban principalmente tonos pastel y motivos florales, en los bolos Whiting & Davis de placas esmaltadas los reyes son los motivos geométricos y la figuración. Se nutrieron de lo mejor y más desenfadado del orientalismo para confeccionar unos bolsos 100% a la moda que, sin embargo, no se tomaban nada en serio los referentes historicistas ¿Se puede ser más flapper de espíritu?
Actualmente Whiting and Davis es una marca emblema en la evolución de los bolsos de cuentas (y de otros materiales) desde época victoriana hasta el siglo XXI. Fundada en 1876 en Massachusets, desde 1892 produjeron bolsos de malla. Inicialmente se hacían con arandelas unidas manualmente pero desde 1912 comenzaron a automatizar el proceso. Durante la década de 1920 alcanzaron una increíble popularidad gracias a sus dos modelos de malla: Deco y Dresden, con anillas serigrafiadas a mano con un estilo entre onírico y surrealista.
La geometría devuelta a los mosaicos monocromáticos: los bolsos Art Deco. 1920 1930
Al igual que sucedió con los bolsos Art Nouveau, los bolsos de cuentas de estilo Art Deco también se apoyaron en una tradición anterior, pero en su caso su punto fuerte fue precisamente la facildiad para trasladar al mundo geométrico los motivos vegetales mediante la técnica del mosaico. Tomaron de sus inmediatos precedesores (los bolsos de estilo flapper) la fluidez y el brillo, para crear composiciones en tres y cuatro colores que se caracterizaban, por crear contrastes metalizados (oro, plata y bornce) y tonos neutros, ya fuesen más oscuros (marrones, ámbar…) o más claros (perlados, beiges…).
En definitiva se trataba de utilizar las nuevas cuentas de acero en sus colores naturales, aunque también se confeccionaron mosaicos utilizando cuentas vítreas en esos tonos. Visualmente mucho más pesados, los bolsos Art Deco eran una proclama de lujo y ostentación muy al estilo del Gran Gatsby y los locos años veinte que precedieron al crack bursátil del final de la década. Sin embargo, supieron utilizar muy bien las líenas fluidas que ya se habían puesto de moda con el Art Nouveau y el movimiento (sobre todo en sus flecos y brillos) de los bolsos flappers.
Bolsos victorianos de cuentas actuales
Actualmente es posible encontrar auténticas joyas en forma de bolso inspiradas por los modelos de cuentas victorianos originales. Consideradas piezas maestras de la artesanía, se realizan por encargo o como parte de colecciones exclusivas, en las que cada artista deja su impronta sin perder de vista la estética y motivos románticos.